Hola, Pandas:
Os tenemos que contar una historia inquietante. Ya os comenté ayer que desde el patio del Castillo escuché a alguien llorando desconsoladamente. No me lo pude quitar de la cabeza en toda la mañana. Tenía que averiguar como fuese qué estaba pasando, así que volví al Castillo escoltada por Max.
Al principio pensamos que sería Ed, el camarero. Últimamente ha estado muy agobiado con toda la demanda de limonada 
.
No quedaba bien entrar así sin más en la Discoteca, hubiera sido un poco grosero por nuestra parte. Entonces, nos quedamos en medio del patio del Castillo y aguzamos un poco el oído. Nuestras orejitas eran como dos antenas 
, y ¡efectivamente! volvimos a escuchar un llanto bastante amargo. A ese Panda tuvo que ocurrirle algo terrible para estar tan triste 
. ¡Había que encontrarlo cuanto antes!, así que seguimos el sonido de aquel llanto.
Pero no nos condujo a la Discoteca, sino a la Terraza del Castillo 
. Comenzamos a subir las escaleras despacito, y el sonido del llanto era cada vez más intenso. Cuando llegamos arriba se escuchaba un lamento, no había duda, pero ahí no se veía ni un alma.
¡El Panda tenía que estar arriba en la Torre!, dedujimos. Así que comenzamos a ascender peldaño a peldaño. Yo iba contando en voz bajita: “1, 2, 3… ¡16!”. Ahora sí que se escuchaba el llanto muy de cerca. Mañana os confirmamos quién lloraba tanto, pero seguro que alguno ya lo ha adivinado, ¿a que sí, pequeños Pandas detectives? Pero, ¿por qué lloraba con tanto desconsuelo ese Panda? Jeje, seguro que eso no lo adivináis.
Yo solo os voy a dar una pista: Monstruo 
.
¡Shhhh! ¡Max! Ahora vas a dejar a los Pandas súper preocupados. Ejem… no os preocupéis, Pandas, no es tan grave como parece.
Que os vaya bonito,
Ella y Max.
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