¿Sabéis lo que me he encontrado hoy por la mañana mientras hojeaba mis álbumes de fotos? Una foto muy tierna de la infancia de Krucio. ¿No me creeis si os digo que era dulce e inofensivo, verdad? Comprobarlo vosotros mismos:
¡Cómo un angelito durmiendo bajo el Sol! Unos minutos más tarde Krucio, que entonces se llamaba Paul, sintió por primera vez algo como la venganza y el odio hacia otros pandas. ¿Queréis escuchar la historia? ¡Pues estar atentos!
Tenéis que saber que Krucio no era nada popular cuando era niño. Los demás se reían de él y se portaban mal porque lo veían como un bicho raro. Paul solía quedarse en casa llorando cuando se sentía solo. Y todo por su…como lo diría…¡desde bien pequeño tenía bigote! ¡De verdad! En el labio superior y le llegaba casi a las patillas. Por eso le llamaban Paul “el bigotudo”. Sus compañeros le tiraban de la barba en clase y en el recreo, y se divertían pintándole el bigote.
Pero llegó el día, el mismo que el de la foto, que fueron demasiado lejos. Ocurrió en una excursión al zoo. Durante la pausa nos tumbamos en el césped y Krucio se echó una cabezadita. Mientras, el resto se quiso aprovechar de la situación e idearon un plan de cómo poder molestarlo. Ataron el extremo de un hilo a su mano, otro al final de su barba, y otro a…¡una pata de elefante! Ya podéis imaginar el final de la historia, ¿verdad? Os dejo con la intriga y mañana os cuento el final.
Paz & Amor
Kamaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario